Previo al inicio de la ceremonia religiosa, ingresó la imagen de la Virgen Dolorosa, después los heraldos con los nombres de cada uno de los fallecidos. Además, dieron a conocer los cursos que habían realizado hasta la fecha del accidente. Iniciaron por el teniente coronel Santiago Apolo, el mayor Jerson Flores, mayor Juan Pablo Ordóñez, mayor Diego Alvear, capitán Luis Bolaños, capitán Cristian Zambrano, capitán Diego Icaza, capitán Darwin Viteri (oficial piloto del avión Aravá), teniente Manuel Mena, teniente William Ortiz, teniente Daniel Pallo (copiloto del avión Aravá), sargento primero Edison Aguilar, sargento segundo Oscar Villa, sargento Wilson Pila, sargento Édison Vargas, sargento Edwin Sinchiguano, sargento Freddy Acosta, cabo Luis Ramírez, cabo Édison Mendoza, cabo Santiago Sarango y el cabo Óscar Pinta.
La ceremonia estuvo presidida por el obispo castrense René Coba Galarza, acompañado por el vicario Rubén Coba, además, estuvieron presentes Fabián Fuel, comandante de la primera división del Ejército Shirys, José Pástor, comandante de la Brigada de Fuerzas Especiales “Patria”, entre otros invitados especiales.
Durante la homilía, el obispo castrense manifestó que hace un año vivieron el dolor de recibir los féretros cubiertos por el tricolor nacional, donde los 22 soldados partieron desde los aires de la tierra a la gloria del cielo, siendo hombres valerosos que estaban dispuestos a entregar su vida por la Patria y desde hace un año se convirtieron en ángeles que les ayudarán a forjar su vida y a cumplir con lo que soñaron.
Dijo que cuando alguien se muere, partió a la casa del Padre, ya que no es el final, no se tiene la última palabra, siendo el paso y nacimiento al cielo. Así como nueve meses han estado en el vientre de la madre, así los años que Dios quiera, será la gestación en esta vida, para el verdadero nacimiento para el cielo y al despertar se encontrarán con el rostro de Dios que dice: “está lista tu habitación y disfruta de lo que viviste y fuiste capaz de hacer en la vida y el amor que fuiste capaz de entregar a los tuyos”. Nada se lleva allá, sino el corazón y la vida.
Una vez finalizada la eucaristía, los familiares y amigos de los fallecidos fueron llevados desde el campo de ceremonias hasta la Avenida de la Inmortalidad, para llegar al cementerio “Vuelo a la eternidad”, donde permanecen las lápidas con los 22 nombres de los soldados fallecidos.
Durante el recorrido, al momento que pasaron por el Parque a la Madre, fue donde derramaron lágrimas los presentes, donde se representa el amor y el cariño infinito que tiene una madre hacia sus hijos. Aquí, un comando declamó “Madre, cuando te traigan este cuerpo envuelto en una bandera, es tu hijo que cumplió con el honor divino de morir por esta Patria y cuando mi cuerpo se haya ido de este mundo, quiero que seas la última persona en salir del cementerio”.
Al llegar al cementerio “Vuelo a la eternidad”, el teniente Miguel Santillán manifestó: “Muertos son aquellos que llevan muerta el alma y viven todavía, la vida no es la vida que vivimos, es el compañero, es el amigo. Cuando un soldado pierde a un amigo pierde el alma y es un muerto vivo, este es el vuelo a la eternidad, lugar donde descansa la memoria de los 22 camaradas, que dentro de una aeronave en vuelo, buscando alcanzar su sueño dorado, siempre se motivaban con un grito: Salto por mi Patria Ecuador, mi país. Perdieron sus vidas en un accidente aéreo el 15 de marzo del 2016”.
“Jefes y maestros de salto, soldados de honor, paracas comancheros, soldados de mi lindo Ecuador, que fueron a la escuela de Fuerzas Especiales, buscando ser de lo mejor, con el solo ideal de honrar a nuestra sagrada tricolor. La altura fue su fuerte, ustedes no temieron a la muerte, hicieron historia volando y volando, enseñaron ustedes a grandes soldados, que es de hombres un reto alcanzar, sabemos que no se han ido del todo, pues sus recuerdos en nosotros por siempre vivirán, ahora son soldados del cielo y allá arriba descansan en paz, somos comandos un día, somos comandos toda la vida y seremos comandos para toda la eternidad”. finalizó la declamación.
José Pástor, comandante de la Brigada Patria, manifestó que los 22 soldados se han convertido en ángeles, como lo fueron en la vida, seguirán iluminando el camino de todos, siendo un ejemplo a seguir hacia lo mejor que les espera, con el fiel convencimiento de llegar a la felicidad, dijo que nunca se olvida a una persona que se quiere, si se pierde se aprende a vivir sin ella, nunca se llena el vacío que dejan, simplemente se hace un poco menos, ya que fueron una parte fundamental de nuestras vidas como padres, amigos, superiores, subordinados, pero siempre como una parte de ellos.
Fabián Fuel, comandante de la primera división del Ejército Shirys, manifestó que han cumplido con todos los ofrecimientos realizados a las viudas e hijos de los fallecidos, puesto que es el deber estar velando por ellos a través del Ministerio de Defensa Nacional.
Dijo que es muy difícil recordar los duros momentos que tuvieron que pasar y lo único que querían era seguir perfeccionándose en el paracaidismo, haciendo el curso de jefes y maestros de salto, el cual les permitiría conducir una aeronave en vuelo y llevar una boina roja, por lo que buscaban el perfeccionamiento.
Cinthya Almache, esposa del sargento Edwin Sinchiguano, manifestó que durante este primer año se han unido como familia y les han brindado todo el apoyo a los niños, quienes de a poco van asimilando las cosas, por lo que han tratado en lo posible de no hacerles sentir la pérdida en el sentido afectivo y emocional.
Explicó que en lo referente a los ofrecimientos, estos han sido manejados por el Ministerio de Defensa y que han sido cumplidos en la medida de la situación de cada una de las familias.
Indicó que el informe del accidente que les dieron a conocer, fue un resumen en el cual, de acuerdo a las normativas internacionales y a las condiciones del clima, dieron sus conclusiones, sin embargo, cada una de sus familias sabrá discernir sin buscar culpables, si están de acuerdo con el informe. Dijo que podrían hacerse mil informes y eso no les va a devolver la vida de sus esposos.
Fuente: La Gaceta